El Jueves Santo es uno de los tres Jueves del año que relucen más que el sol, el día del Amor Fraterno. Al caer la tarde, todo comienzó con la Solemnidad de los Santos Oficios, el Lavatorio de Pies y la Misa de la Cena del Señor. Y tras su celebración las Cofradías llenaron nuestras calles de color, la “Visita a los Sagrarios”. Las Cofradías salieron a encontrarse con el Señor, porque él nos espera en cada Sagrario. La Centuria Romana puso la nota musical en una tarde primaveral en la que todas las Cofradías visitaron. Es de agradecer el esfuerzo de todas las personas que visten túnica, porque hacen que esta tradición única, aún se siga manteniendo.
Tras las visitas, la Hermandad
de la Veracruz, la Cofradía más antigua de Aguilar, fue la primera en salir
a la calle, tras ella la Cofradía de Ntra. Sra. de la Esperanza y el Cristo del
Amor, que subió consigo el aroma cofrade del Barrio Bajo al centro, y para
cerrar el día, la Cofradía del Señor de la Humildad, que con su buen hacer,
permitió que a su paso se detuviera el tiempo, y así pudimos deleitarnos con la
mirada dulce de su Titular. Noche de largas filas de nazarenos, cortejos
cuidados, y el respeto de la gente al ver pasar las cofradías.
La tarde primaveral dio paso al frío de la noche. La madrugá
Aguilarense, esa de silencio y oscuridad, se abría puntual, a la hora que marca
la historia. Decimos oscura noche, pero es que la luz la pone él; el Cristo de la Expiración. Tras él, la Virgen de la Angustias, nos volvió a
enseñar, el tremendo dolor que tuvo que sufrir la Virgen María. Una madrugá que
impresiona a todo el que se acerca a conocerla y se deja llevar por los
sentidos: cadenas, saetas, dulces melodías de la capilla musical; pero
impresiona más, cuando te dejas llevar y la vives desde el corazón.
Pero si es emocionante la Madrugá, que decir de la mañana
del Viernes Santo. Son muchos los aguilarenses que salen al encuentro de Jesús Nazareno a primera hora de la
mañana cuando el Señor de Aguilar camina por Moralejo. Dejarse llevar por los sentidos,
detenerse junto a él y mirarlo; está todo dicho, sobran las palabras. Y no
podemos olvidar a la Virgen de la
Amargura, que majestuosa camina tras su hijo. Si el Nazareno te emociona, ver
el llanto de la Virgen hace que no queramos separarnos de ella. Como broche de
oro a la jornada, la subida de la Cuesta de Jesús que realizan los dos pasos. Esfuerzo
y fe de sus portadores, y un pueblo que espera la bendición de Jesús Nazareno
por última vez este año.
Y para cerrar estos dos días, la solemnidad de la tarde. El Cristo de la Salud hace que Aguilar
baje al Barrio Bajo para reencontrarse con una devoción que todos guardamos en
nuestro corazón. Tras él, la Virgen de
la Piedad, una imagen que llegó hace años para engrandecer aún más si cabe
esta jornada de nuestra Semana Santa. El Santo
Sepulcro, que nos transporta a otros tiempos, y la Cofradía de la Virgen de la Soledad, con un cortejo
medido y de los que gusta ver, completaron una jornada que nos dejó bellas
imágenes para el recuerdo.
Solemnidad de los días grandes, que nos deja un sabor triste
porque vemos que todo comienza a llegar a su fin. Disfrutemos de lo que queda
estos dos días que no es poco, y en especial, el gran momento de todo, con el
que todo empieza de nuevo: la Resurrección
de Nuestro Señor.
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