Y en este domingo, de nuevo, el invierno se hizo primavera. Llegó la gloria de enero, Dios hecho Niño, con un halo de inocencia y ternura, con revuelo de chiquillería y sones angelicales, todo luz y esplendor, el Divino Niño Jesús de Praga volvió a repartir eternas bendiciones por las calles de Aguilar.
Por unas horas, las Madres Carmelitas
lo dejaron en manos de sus jóvenes, qué con amor y devoción, lo pasearon en su
cuna celestial entre nanas costaleras.
Niños, jóvenes, padres, madres y una
gran muchedumbre acompañó durante el recorrido, escuchando de fondo el
magnífico repertorio que la Agrupación Musical Imperio Romano de Jesús Nazareno
fue interpretando tras el paso.
De descalzas a coronadas, pasando por la Iglesia del hospital, placilla vieja y cerrillo, fue recogiendo plegarias y rezos de los más pequeños, dulces miradas que Él iba guardando en su corazón que es llama de amor encendido.
Ya avanzada la mañana, y al filo de
las tres de la tarde, la renovada plaza de las descalzas, recibía de vuelta al Divino
Infante. Llegó la hora de la despedida, de entregarlo de nuevo a sus Madres Carmelitas,
que lo seguirán cuidando y mimando durante todo un año. Paciente, esperará que
el tiempo pase y soñara con otro domingo de luz y color como el vivido en el día
de hoy.
Y nosotros seguiremos esperándote, Divino
Niño Jesús de Praga, para que de nuevo otro domingo de enero, el invierno Tú lo
hagas primavera.
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