REQUIEM AETERNAM

En este noviembre recién estrenado, cuando el paisaje de nuestros campos se torna de color ocre, cuando la brisa otoñal se vuelve más fría y las tardes menguan cansadas, cuando la luz blanquecina del anestesiado verano va desapareciendo y se vuelve más tenue, en estos días de festividad litúrgica de todos los Santos y de los Fieles Difuntos, se marca en el calendario de nuestra vida, un año más, el comienzo de un mes donde el luto y el recuerdo hacía nuestros seres queridos, que ya no están entre nosotros, se hace, si cabe, más presente.

Son días de nostalgia y recuerdo, donde nuestros pensamientos viajan en el tiempo para rescatar momentos y vivencias de un pasado, que se torna lejano en ocasiones, vivido al lado de aquellos a los que debemos lo que somos ahora, a los que es de obligado cumplimiento honrar recordando sus obras, rezando e intercediendo por sus almas, en la certeza de que descansan en la paz de Nuestro Señor y gozan ya de la presencia del Altísimo.

Serán días donde se sucederán las misas de Réquiem en los templos por parte de las Cofradías y Hermandades de nuestro pueblo, donde se rezará por el alma de sus hermanos, aquellos que forjaron con su dedicación y entrega, con su inquebrantable Fe en Cristo y en su Santísima Madre la Virgen María, un legado patrimonial y espiritual del que somos herederos y del que tenemos la obligación de custodiar y transmitir al igual que hicieron ellos.

Sólo así seguiremos escribiendo la historia, de la ya forman parte nuestros fieles difuntos, y sólo así la Fe y la tradición serán los cimientos sobre los que construir el futuro, siendo conscientes que también nosotros, algún día, seremos parte de esa historia de la que hoy somos protagonistas y que debe ser escrita, a ser posible, igual de bien que la que escribieron todos aquellos que nos precedieron.

 

“Dales Señor el descanso eterno y brille para ellos la luz perpetua. Las almas de todos nuestros fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Amén”