Había en aquellos tiempos unos pastores que pasaban la noche en pleno campo cuidando sus rebaños por turnos. Un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Entonces sintieron mucho miedo, pero el ángel les dijo:
«No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para ustedes y para todo el pueblo: les ha nacido hoy, en la ciudad de David, en Belén, un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».
Hoy, más de 2000 años después, ese anuncio a los pastores que San Lucas nos narra, vuelve a repetirse. Más de 2000 años después nuevamente se nos anuncia la llegada del Salvador.
Llega la Navidad, una de las
fiestas más importantes de nuestro calendario, que ha impregnado el tejido
social y las costumbres de nuestros ambientes. Unas fiestas que nos remiten a
nuestra niñez, a los recuerdos y a las experiencias más queridas, donde el
pincel de nuestra sensibilidad, es capaz de dibujar su tesoro más querido, la
familia. Tiempo de celebraciones, encuentros familiares y de amigos, repleto de
ambiente festivo, donde las ciudades se iluminan y engalanan, donde los deseos
de paz, amor, salud y prosperidad se tornarán repetitivos e insistentes.
Pero ni que decir tiene, que la
única y verdadera Navidad es la que se amasa de bondad y de ternura, de calor
humano y de acogida fraterna, de solidaridad y de respeto a la vida y a la
dignidad de cada ser humano, de elevación de ese espíritu de cada uno de
nosotros a todo lo que trasciende el corazón. Cantemos la alegría de ser hijos
de Dios y hagamos fiesta porque está vivo dentro de cada uno de nosotros.
Seamos portadores de esa llama de
la Navidad, que la luz de Belén resplandezca en cada uno de nuestros hogares, y
que el nacimiento de Jesús renueve en cada persona el amor fraterno y la
voluntad de darse a los demás. Que la Luz de Jesús brille en nuestra vida,
porque hemos sido atraídos por su estrella y venimos a adorarlo.
Y aunque hayan pasado,
Dos mil años de este acontecimiento,
Jesús vuelve a nacer de nuevo,
Cada año, por este tiempo.
Por eso la Navidad existe.
Hermanos, no lo olvidemos.
Este es el verdadero sentido,
Festejar que nace Cristo,
No nos equivoquemos.
Ese Jesús que trae la Paz,
Felicidad plena y amor,
Déjalo entrar, no tengas miedo,
Gracia infinita derrama.
Abre las puertas de tu corazón,
Porque es el mismo Dios,
QUIEN A TU PUERTA LLAMA.
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