Han pasado casi 100 años desde que el 10 de octubre de 1926 el Padre Manuel Ruiz y sus compañeros mártires de Damasco fueran Beatificados en la Basílica de San Pedro del Vaticano.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero en nuestro pueblo es de agradecer el trabajo de tantas personas que han pertenecido y colaborado con la Asociación Religiosa del Beato Nicolás Mª Alberca, para mantener vivo el recuerdo en nuestro pueblo de la obra de este mártir Aguilarense.
Un Aguilarense que fue un joven como los otros jóvenes de nuestro pueblo, tal y como se recoge en el libro "un cordobés en Damasco".
Que fue bautizado en la parroquia de Santa María del Soterraño, que subía la cuesta de la parroquia con su madre los viernes para visitar a Nuestro Padre Jesús Nazareno, al que profesaba una gran devoción, al igual que a la Virgen de la Antigua y a la Virgen del Carmen. Un joven que jugaba y correteaba por las calles empinadas de nuestro pueblo. Como cualquier joven de aquella época, incluso como un joven de hoy en día.
Un Aguilarense que es ejemplo para todos, y que mañana subirá al cielo de los Santos.
Fue en Damasco en la tarde del 9 de julio de 1860, cuando entraron a sangre y a fuego en el barrio latino. Las revueltas contra los cristianos se habían agudizado. En la noche llegó el ataque al convento donde se refugian tanto los religiosos como los hermanos. En la madrugada del día 10 y tras haber recibido la Sagrada Comunión, todos son asesinados cruelmente. En concreto, la muerte del Padre Nicolás Alberca se produjo en unos de los claustros cuando le pidieron renegar de su fe y éste exclamó: "¡Jamás: antes sufriré mil muertes!".
Por todo esto, no solo mañana 20 de octubre sino siempre, nuestro pueblo se tiene que sentir muy orgulloso, por haberlo visto entre sus calles, por haber hecho en parte la vida cotidiana de nuestro pueblo, motivos más que suficientes por los que creemos que la imagen de nuestro mártir se puede traer al presente, como ejemplo, para que sea conocida por todos los aguilarenses.
Porque fue una persona sencilla, humilde, que mantuvo una devoción importante hacia imágenes que forman parte de nuestras Hermandades y Cofradías, una devoción basada en la Fe en Cristo Resucitado y Vivo en la Eucaristía, una Fe que se llenaba y alimentaba del servicio hacia los demás, que se alimentaba de la Caridad.
Por ello este 20 de octubre, nos debe servir a todos para reflexionar y conocer mejor la vida de San Nicolás Mª Alberca, de manera que nos permita acercarnos al Señor sin miedos, sin ataduras, como él nos demostró en su corta vida, con unos valores que nos ayudarán sin duda a ser mejores personas, crecer en la Fe, y caminar hacia el futuro.
A partir de mañana, tendremos un Aguilarense en el cielo que seguirá intercediendo y cuidando de su pueblo.
San Nicolás Mª Alberca, ruega por nosotros.